“Entre Dimensiones” es presentado en Arequipa, Perú por el Dr. Juan Alberto Osorio

ENTRE DIMENSIONES DE MARÍA JULIANA VILLAFAÑE

por: Dr. Juan Alberto Osorio
Instituto Cultural Peruano Norteamericano
Arequipa, Perú
3 de mayo de 2002

Empiezo expresando una insuficiencia: nuestro conocimiento de la poesía puertorriqueña es escasa. Pero como este comentario es mío, asumo esta carencia como personal, aunque sé que involucra a muchos. Las razones para tal situación tal vez estén en descuidos en el diseño de los estudios de la producción literaria en América Latina; en equívocos derivados del status político de Puerto Rico, que llevaría a pensar en una poesía puertorriqueña como parte de la poesía norteamericana.

Sin embargo, la literatura puertorriqueña alcanza muchos nombres ilustres, de distintas épocas, como Alejandro Tapia y Rivera, Manuel Zeno Gandía, Evaristo Ribera, Luis Palés Matos, Julia de Burgos, Nilita Vientós. Sin duda, los nombres deben ser muchos más, particularmente en la poesía actual.

Entre Dimensiones (2002)
Entre Dimensiones (2002)

En este último contexto, tenemos a María Juliana Villafañe, poeta, y autora de música popular. Figura en varias antologías hechas en los Estados Unidos, y en otros lugares, como el Perú, a cargo de la editorial Maribelina, de la casa del poeta peruano. Ella es bastante conocida en nuestro país. Participó en varios eventos literarios efectuados en Lima, Lambayeque y Arequipa. También en otros del extranjero, como España y Ecuador. La última publicación en la que aparece es la Antología de Poetas Latinoamericanos, titulada La poesía hace que sucedan cosas, publicada hace unos días, en Lima.

Entre dimensiones agrupa 48 poemas, distribuidos en tres secciones: Vuelo con ustedes, Vuelos de marionetas y simplemente Vuelos. De estos títulos llama la atención el reiterado lexema vuelos, que sin duda, y esta vez con mayor precisión, pone al lector ante varios sentidos aludidos. Por algún lado hemos leído que María Juliana Villafañe trabaja en una línea aérea. Si tomamos esta información como cierta existiría la tentación de asociar cierta temática que el libro desarrolla con el campo profesional de la autora. “Musa de alto vuelo, siempre viajera, el mundo se nos vuelve un puñado de palabras en donde cada poema es un suspiro, un espacio, una fotografía de alguna esquina del paisaje, o tal vez de horizonte de luz boreal entre las montañas de picos callados”, como dice Mairym Cruz – Bernall, en la contracaratula del libro.

Pero más allá de esta referencia concreta, que es donde la poesía funciona, y luego de la lectura de sus versos, Vuelo sugiere otros sentidos, como es el remontarse, a través de la fantasía, de la imaginación hacia mundos poblados de apetencias espirituales, íntimas, de evocaciones que llaman a los recuerdos, pero no para referirlos tal cual fueron, sino para dotarles de una nueva y rica forma de existir, en otra dimensión. Aquí, desde cierta lectura, puede encajar el título Entre dimensiones. Las dimensiones de la fabulación, de la realidad también, como punto de partida de lo deseable, de las satisfacciones y las insatisfacciones, de lo vivido y lo soñado. Son varias, entonces, las dimensiones en las que nos sitúan los vuelos de ese sujeto enunciador, de ese hablante lírico o yo poético, que en este caso se revela femenino, y está en el punto de partida de estas formas discursivas. Una enunciadora que refiere cosas, hechos, sentimientos, deseos y también frustraciones.

El libro se inicia refiriéndonos un encuentro entre la instancia enunciadora, metaforizada en un río, en un riachuelo que baja por una quebrada, y un sujeto que accede al discurso, un hombre que asoma, y toca sus aguas. Es la plasmación del encuentro, en medio de la naturaleza, entre un yo (femenino) y un tú (masculino). Es casi un contacto jubiloso que inicia el libro. Después asomarán también la duda, la tristeza y la soledad. Estos textos recorren el viejo camino de entender la vida como un río, antiguo tópico de la poesía española, y no sólo de la española.

En estos versos prevalecen los elementos marinos, el agua, también la luz, la vegetación, al parecer constantes en la poesía puertorriqueña, al que María Juliana Villafañe otorga un tratamiento personal. Otra particularidad de esta poesía, es que los versos se articulan en función de la presencia o ausencia de un sujeto masculino, que se comporta como generador del discurso. Sujeto no sólo aludido, sino sentido, imaginado, evocado. Es decir, en el fondo está la presencia de alguien, de una imagen construida, presente y ausente a la vez. Lo de marionetas, cierta lectura podría remitir al hecho de que al final los hilos de la vida son accionados por otros o por circunstancias ajenas a las deseadas, aunque en este caso, su concreción estaría en la propia entidad que las creo y rige sus posibilidades.

La falta de signos de puntuación dota a estos versos, en su disposición, de ciertas imprecisiones deliberadas, con el propósito de alimentar las posibilidades de elegir entre uno u otro sentido.

Otros elementos que convocan la atención son las ventanas, aquellas desde las que se contempla un paisaje en Madrid, Buenos Aires u otra ciudad o desde las ventanillas de un avión en vuelo. Con más propiedad son los propios recuerdos o los anhelos acariciados. Son las ventanas físicas que dejan de serlo, para convertirse en otro tipo de ventanas, espirituales y sin ubicación temporal, que llegan cuando gana la fabulación. Y después de tanto remontarse con la imaginación (vuelos) y asomarse al instante de lograrlo (ventanas) tenemos la idea del amor, expresado en un tono confesional, cauteloso y medido. Pero también tiene cabida la soledad, la idea de incomprensión, de una respuesta aún no lograda, porque este libro es en esencia un libro sobre el amor, fiel a los versos que lleva como epígrafe, y pertenecientes a Pablo Neruda. De allí, el escritor puertorriqueño Francisco Matos Paoli, varias veces candidato al Premio Nóbel de Literatura, dice y cierra de modo magistral esta buena poesía: “Ella surte como manantial del tiempo antiguo y llega a la clasicidad más viva, a la ponderación del acento como un encuentro con las ondas vibratorias de la eternidad”. Es la amplitud espiritual lo que destaca el maestro Matos Paoli.

Juan Alberto Osorio

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